lunes, 6 de febrero de 2012

Cafés en Londres: GORKI HOUSE





La cultura británica siempre ha sido más del té que del café, pero desde hace unos años la plaga starsucks y el “trendinismo” de pasear palmito, tú y tu portátil, por los millones de cafés que esta ciudad ofrece, han provocado que la ingesta cafetera aumente en un 500%, en detrimento de la de té. No es broma.

Algunos cafés maravillosos serían:

  1. Tina, we salute you (Dalston)
  2. Hurwundeki Café (Cambridge Heath)
  3. Kitchen & Pantry (Notting Hill)
  4. La Bouche (Broadway Market)
  5. Monmouth Coffee (Covent Garden + Borough Market)
  6. The London Review of Books Café (Bloomsbury)
  7. The Gallery Café (Bethnal Green)
  8. Konditor & Cook (South Bank)
  9. Café Otto (Dalston)

Y, para completar la lista, en el número 10 estaría Gorki House, una cafetería-biblioteca en pleno Stoke Newington, el barrio turco de Londres (al noreste de la ciudad).

Los primeros inmigrantes llegaron a Inglaterra entre los años 30 y 50, y entre los 60 y 70 se produjo una segunda ola. No parece mera coincidencia la condición de exiliados de un gran porcentaje de la población de este barrio y la elección del nombre, Gorki House, para uno de los pilares de la comunidad turca en Londres. Sus dueños reconocen una afinidad total con las ideas socialistas de Gorki, quien, al igual que ellos, se vio forzado a abandonar su país y pasar largos períodos exiliado. 

Brevemente:

A pesar de la pobreza y la violencia que marcaron sus primeros veinticuatro años de vida, Gorki amaba al género humano – aunque desconfiaba de él y conocía perfectamente la peor cara de la humanidad. “Muy joven decidí que siempre ayudaría al prójimo, desde la más profunda honestidad”. Esta promesa jamás fue quebrada, y la obligación moral y social de servir a los hombres estuvo en todo momento profundamente enraizada tanto en el Gorki escritor como en el ser humano. Su rechazo de la miseria y brutalidad fue siempre natural e intuitivo.

Desde el comienzo de su producción, sus primeros relatos y, sobre todo, obras de teatro como Pequeños burgueses y Los bajos fondos, le convirtieron no sólo en el ídolo de las masas populares, sino también en el de la intelligentsia más liberal. Sin embargo, su actitud hacia este último grupo de admiradores ya contenía desde el primer momento indicios de las futuras distensiones que le obligarían, más adelante, a exiliarse. Gorki se sintió en todo momento muy unido a la causa proletaria, y mantuvo una crítica constante contra la intelectualidad revolucionaria que se perdía en abstracciones y poco más.

Tras el fracaso de la revolución de 1905, dicha intelectualidad fue perdiendo la fe en un posible cambio, al contrario que Gorki, que empezó a ser considerado un loco aferrado a un ideal obsoleto. Fue durante la revolución de 1905, que afectó a toda la Rusia zarista, cuando la actividad revolucionaria de Gorki alcanzó su cota más alta. Arrestado y encarcelado, sólo la presión de la opinión pública internacional logró su liberación. Lejos de estar a salvo, tuvo que marcharse del país, primero visitando Estados Unidos con el propósito de lograr financiación para el movimiento revolucionario y, tras el fracaso de este viaje, estableciéndose en la isla italiana de Capri. Allí su villa se convirtió en el centro de reuniones donde acudían bolcheviques, mencheviques, populistas, expatriados, intelectuales, artistas… Precisamente durante este primer exilio (1907 – 1913) escribió algunas de sus mejores obras, entre ella Infancia.

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